Entre el hablar atropellado y la excelsa modestia de Borges, y la grandilocuencia poética de Octavio Paz, se repartió todo el genio literario e intelectual del siglo XX hispanoamericano. Poco queda, a la sombra de tan grandes astas. La orfandad, tras la partida de ambos, es indescriptiblemente cruel.
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