
Taylor Sheridan, en su corto recorrido como guionista, como imaginador de historias, ha legado tres piezas soberbias que de una u otra forma se regodean en el llamado country noir, esa denominación creada a propósito de las obras de Daniel Woodrell. Narraciones formidables rebosantes de personajes singulares donde el sacrificio postrero delimita sus acciones, enclavadas en sitios agrestes y salvajes como la acritud del desierto de Arizona hacia el ocaso o las callejuelas aterradoras de Juárez a pleno mediodía o los puebluchos desolados, duros, míseros; carreteras que serpentean entre la rígida llanura donde el verde y el ocre se funden y donde moran los hombres nacidos y crecidos en la dureza de la vida inmisericorde y, sin embargo, eterna e inolvidable y soberbia.
“Sicario” fue un gran ejercicio estético, llevado de la mano por el genio de Villeneuve. Hell or High Water “, una pieza filmada por un tal David Mackenzie, escocés que habla de Texas y de la América profunda, como solo los grandes poetas pueden hacerlo. Y la “Wind River” de marras, dirigida por el propio Sheridan, un decentísimo relato sobre los inviernos albos de la remota Utah y los dolores profundos de las gentes y las ansias de redimirse a como de lugar.
A Sheridan no le tiembla el pulso a la hora de contar, no sin cierta condescendencia, los males que aquejan a los indios nativos, enclavados en sus remotísimas reservaciones, seducidos por el alcohol y la droga y la violencia en extraña comunión con ese tan llevado y traído espíritu ancestral que les otorga un cierto carácter contemplativo sobre los acontecimientos vulgares que acaecen. Y también insiste en el discurso del choque cultural y sus consecuencias, mundanas en este caso que se narra. El resultado final es una cinta policiaca, muy a tono con el mundo imaginado por Woodrell en sus novelas, y por ende cercana al Winter’s Bone de Debra Granik, lo cual no es poca cosa. Esperemos que Sheridan siga creando grandes historias con presteza y con la honestidad que hasta ahora ha mostrado. El cine lo agradece. También nosotros.
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