(Escrito un 3 de febrero del 2017, hace ya un año)
Don Siegel, un realizador absolutamente subestimado durante su época creativa, de estar vivo y dirigiendo hoy en día, sería sin lugar a dudas considerado un maestro. Escape from Alcatraz, su obra más perfecta, es superior a la gran mayoría de los filmes que se fabrican en Hollywood por estos tiempos.
Más allá de ese lógico espíritu naif que solía respirarse y palparse en las cintas de la década de los 70, Siegel brinda una cátedra de buen hacer con una simpleza extraordinaria, con una economía de recursos tan manifiesta como los taciturnos silencios de Fran Morris (Clint Eastwood).
Además, está aquello, por supuesto, del alma irredimible del hombre, como animal primario. Y es que Siegel representaba y representa ese conservadurismo recio que hizo del cine policiaco de aquella década, una declaración de principios desgarradora y vital. Así que amigos, les pido en esta noche de viernes, que lancemos un “hurra” por el desaparecido Siegel y su genio. Y les aconsejo que corran a ver de nuevo, cómo no habría de hacerlo, esta pieza maravillosa, Escape from Alcatraz, que es ya parte de lo mejor del cine.
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