Allá en las áridas arenas del desierto de Qumran, donde los judíos reprobables anunciaban el venidero apocalipsis, quizás deambula Jesús, el hijo de José. ¡Ah, Jesús, retoño de carpinteros y maestros, tú que crees en el fin de los tiempos y las bestias! ¿Cómo pudiste arrimarte a la María Magdalena, si te tortura la tragedia del venidero fin? Jesús, modesto profesor judío que descansas en los osarios de Talpiot o en el Cafarnaum de José de Arimatea ¿Hacia dónde nos llevarán tus pasos y tu aliento? Quizás hacia la muerte senil de fecas y de gritos o hacia la gloria que prometieron los concilios. Ya arribará el tiempo en que los anunciadores de las nuevas desgracias nos lo harán saber con precisión de brujos asesinados en la hoguera.
©Rafael Piñeiro
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