
El antológico fraude del festival de música «Fyre» nos deja la certeza
de que ningún millennial occidental podría haber sobrevivido, ni
siquiera, a la más “lujosa” de las ‘escuelas al campo’ del castrismo.
El especulador Billy McFarland, un mentiroso inoperante con ansias de
grandeza, redujo la venta de tickets exclusivos para jets privados y
botes de lujo al más básico de los instintos: aquel que nos fuerza a
sobrevivir a cómo de lugar.
Resumiendo, si la irresponsabilidad de
los 60 pudo parir la genialidad de un Woodstock, la condescendencia de
la era millennial no alcanzó siquiera para validar un Fyre. (El
documental por Netflix, no se lo pierdan).
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