331. Filosofía y tecnología

La filosofía, que parecía agotada hacia fines del pasado siglo, y que se repetía en sí misma una y otra vez, recorriendo iguales caminos, parece haber encontrado en el desarrollo tecnológico de los últimos años una nueva razón para reinventarse. Si antes los pre socráticos aludían al Arjé y Sócrates y Platón a la dualidad entre alma y cuerpo, ahora las redes sociales y las novísimas y complejas formas en que se manifiesta la comunicación humana pudieran convertirse en tópico esencial de los nuevos pensadores. Y sin embargo, tal parece que Apple’s y Microsoft llevan ventaja de dos pies y medios sobre el pensamiento filosófico moderno. Es como si la ciencia estuviera apabullando a la antiquísima tradición de analizar al mundo y sus fenómenos.

(Escrito en febrero del 2015)

330. Oscars 2017

Debo estar desarrollando un sentido perverso y amoral de la justicia, he de aceptarlo. Y es que no puedo negar que ver repetidamente el vídeo del desastre de la ceremonia de los Oscar, los rostros compungidos y falsamente sobresaltados de los actores en la platea, constatar el ridículo desagradable y brutal de la academia y sus trasgos, me causa una emoción y un placer indescriptibles. Si eso me acontece a mí, un oscuro personaje, un espectador cuasi anónimo y desapercibido, imaginen qué podría estar experimentando un tipo como Donald J Trump. ¡Pura poesía, sin duda alguna!

329. The Night Eats the World

Eurovideo

“The Night Eats the World” tiene la gracia que debe tener cualquier película sobre zombies. Entretiene. Además, te hace creer que tú hubieras hecho exactamente lo mismo durante un apocalipsis donde los muertos vivientes se pasean por todas partes con sus fauces abiertas, deseosos de jamarte a cómo dé lugar. Corres como un endiablado, te apendejas cuando alguno se acerca demasiado, los disparos de la vieja y sonora escopeta de cartuchos no siempre dan en el blanco, la chica con la que pensaste en algún momento que podrías volver a recrear a la humanidad se pega un tiro en la cabeza… y demás nimiedades como esas. En Amazon Prime…

328. Carpe Diem

Ahora que el affaire Venezuela comienza a diluirse, comprendemos que tan solo somos peones minúsculos, insignificantes, en este juego que es la vida; que hay poderes, alianzas e intereses que escapan a nuestra comprensión y que, llegado el caso, se imponen a promesas y palabrerías vacuas. Nada es tan maniqueo. Nada es simple. Dedíquense, amigos míos, a no ser tragados por las masas y a cuidar de sus familias y sus perros. Que nos sirva y que les sirva de escarmiento. Carpe Diem.

327. Apocalipsis Now

Esa noche en que se celebró la premiación de los Oscars, en vez de asistir al gulag estalinista en que la ceremonia de Hollywood se ha convertido, me dediqué a revisitar un clásico del cine. Lo vengo haciendo desde hace varios años, para ahorrarme así el discurseo y las consignas y los negros barbudos disfrazados de brujas. Así que me senté en mi butacón de cuero de vaca (un horror vegano, lo sé) y eché a rodar “Apocalipsis Now”, el último gran poema bélico que se ha filmado en los Estados Unidos.

La pieza de Coppola es una especie de magia menor narrada en tiempo vertical, tal y como Gastón Bachelard concibiera la realización de un poema. Y aunque para la época en que se estrenó (finales de los 70) fue considerada por algunos, incluso, como una obra antinorteamericana, lo cierto es que a la luz de hoy día y ante la avalancha de esa izquierda reaccionaria que ha tomado el control absoluto del discurso estético, “Apocalipsis Now” no pasaría de ser un dinosaurio burgués para las calenturientas mentes ocasianas que pernoctan en Nueva York y San Francisco. El propio Coppola decía, cuando servía como uno de los moderadores de la serie documental Five Came Back, que cada cinta bélica es un ejercicio anti guerrerista, evocando así ese carácter autocrítico tan típico y mojigato, y a veces tan nocivo (pero al mismo tiempo necesario), de las democracias occidentales.

La historia de la odisea del capitán Willard, que viaja por las aguas sucias del Mekong, entre lavanderas y misiles (a la usanza de los espíritus tibios de Alighieri, aquellos que moraban en la entrada del infierno tras una vida de perezas y compromisos vacuos), con la única misión de asesinar al coronel sublevado Kurtz, es la recreación ética, siempre observada desde una perspectiva “liberal” por denominarla de alguna forma, del viaje de Caronte y de sus muertos a través de la laguna Estigia. El arribo a aquel remoto rincón de la selva cambodiana, remedo del quinto círculo del infierno donde pernoctan las almas que alguna vez fueron dominadas por la cólera y el odio, es la apoteosis y al mismo tiempo la debacle del espíritu mazdeísta que hasta ese entonces predomina en la crónica del filme. Es decir, no solo existe el bien y el mal, sino que los espacios intermedios están repletos de toda la mierda imaginable (o que nada es en blanco y negro, vaya).

326. La finta del comunismo

El comunismo siempre ha gozado, en comparación al fascismo y al nazismo, de una prensa occidental complaciente. Sobre todo, tras la etapa de la post guerra, finalizada la segunda confrontación mundial. Dos de los factores causantes de esta relativización del mal dentro de la ideología comunista, quizás, durante el período de la post guerra, fueron en primer lugar el papel jugado por la Rusia soviética en la derrota del nazismo, y por otro lado el antiamericanismo, que era un reflejo del celo de la vieja Europa hacia la joven nación triunfante.

Estos dos factores (y seguramente muchos más) enmascararon el discurso que previo al comienzo de la guerra se había venido manejando, no de manera unánime ni entusiasta, pero que sí estaba presente en algunos círculos intelectuales de Europa y Norteamérica. Se hablaba en aquel entonces del carácter maligno del comunismo en sí. Aún se comentaba sobre los gulags estalinianos, sobre las purgas políticas del apparatik soviético y sobre los seis millones de muertos en Ucrania por la hambruna. Estos hechos factuales, lamentablemente, dejaron de utilizarse como un argumento moral en contra de los colectivismos. después de terminada la contienda.

Este twist en el discurso sobre los comunismos ha sido una razón importante de la sobrevivencia de la ideología y de la “finta” que Stalin y sus herederos a lo largo y ancho del mundo  hicieron y han hecho a la condena mediática, al periodismo de opinión occidental y a sus pensadores y filósofos, más allá de las simpatías que puedan despertar esas aseveraciones sobre la utopía del igualitarismo y del falso rasero moral y anti biológico que nos coloca a todos como iguales en destrezas y conocimientos y ambiciones. La malignidad del comunismo, en fin, fue sustituida en la narrativa usual por los horrores del nazismo. Y esa es la épica que ha predominado desde entonces.

Pero nunca escasearán todos estos entusiastas de la historia que lo que hacen es ver solo documentales de la bbc de Londres para repetir las mismas falacias y las mismas boberías de que los colectivismos fascistas y nazistas eran de extrema derecha y toda esa palabrería insustancial, cuando la única realidad posible es el argumentar que el objetivo de la ideología de Hitler y de Mussolini (proveniente de los pioneros de la izquierda “anticomunista” como Gentile, Eckart e incluso el propio Rosenberg) consistía en establecer, sin dudas, el predominio del estado por encima de las vidas individuales.

Un pecado capital en el ejercicio de la lógica que utilizan todos estos que simpatizan con las ideas del comunitarismo social, es que ignoran a sabiendas el hecho de que las unanimidades atentan en contra de los individuos per se, convirtiéndose así en la apoteosis de la esclavitud de y por las masas.

323. Dientes de conejos

Anoche me fui con Ani, luego del cine, al “Sushi Sake” de la 107 y la 147 para comerme un mixed fried rice y ella un sushi calle ocho. Mientras me devorada el fried rice estilo japonés no podía sacarme de la mente aquel documental filmado en época de la segunda guerra mundial, en el que se mostraba a un grupo de soldados nipones haciendo un receso de la contienda mientras la voz nasal de un locutor con acento californiano decía en off: “Mírenlos bien. Les será difícil diferenciarlos. Todos tienen el mismo rostro simiesco y los mismos dientes de conejos”.

321. Mindhunters

Los estereotipos encierran un porcentaje de realidad sobre determinado tema. Se identifica, por ejemplo, a los negros como comedores de pollo frito y delincuentes, a los latinos como pandilleros y traficantes y a los blancos como asesinos seriales. Todas estas descripciones pueden llegar a resultar más o menos cuestionables, más o menos incendiarias, en dependencia del grupo social aludido, pero tras calificaciones tan burdas y arbitrarias existe, por regla general, una estadística que avala la naturaleza del estereotipo. Las cárceles están atestadas de negros y un porcentaje importante de los crímenes cometidos en los Estados Unidos corresponden a la población afroamericana. Los latinos se organizan en pandillas, desde Centroamérica hasta los estados del Norte más que cualquier otro grupo racial. Una inmensa mayoría de los asesinos múltiples o seriales corresponden a caucásicos entre los 20 y los 50 años de edad.

Las razones circunstanciales, las explicaciones socioculturales, los elementos causales ya son materias que superan el entramado del concepto y que caen en el campo de la sociología e incluso la política. Es decir, los estereotipos pertenecen al debate más primario, al del ciudadano de a pie y no al de las academias de historia y filosofía.

Pues bien, debido a que los estereotipos suelen, por regla general, estar avalados por una cierta verdad, es que pude hoy desentrañar el misterio de una peliculilla chapucera pero entretenida que pasaron en uno de los canales de Showbiz. Mindhunters, muy en la cuerda de las historias victorianas de Agatha Chrisitie (pero con algo de Seven), dejó para la elección final del asesino múltiple, frío y calculador a dos probables personajes, uno negro y otro blanco. La decisión fue demasiado obvia.

320. La ayuda…

Yo, en mi profunda ignorancia, me pregunto: ¿Qué sentido práctico ha tenido todo esto de la entrada de la ayuda humanitaria a Venezuela, hoy 23 de febrero? ¿Acaso demostrar una vez más la valentía del pueblo anti madurista? ¿Proporcionar asistencia a un porcentaje irrisorio de necesitados? ¿Poner muertos para justificar ayuda militar desde allende los mares? ¿Establecer una especie de ultimátum para obligar a Maduro a hacer las maletas o para causar una desbandada del ejército “bolivariano”?

La única salida válida para deshacerse de este tipo de dictaduras izquierdistas es mediante la violencia militar y el ajusticiamiento o apresamiento de sus líderes, creo. El presidente Donald J Trump podrá tirarle un cabo a Venezuela y a Guaidó causando una derrota militar al madurismo, pero lo que quiero que entiendan algunos amigos míos muy entusiastas (lógicamente) con la causa de la libertad de ese valeroso pueblo, es que de hacerlo la Casa Blanca sería más un favor, una mano tendida que otra cosa. Esta administración no tiene ninguna obligación en liberar naciones más allá de sus fronteras. Yo solo digo…

319. Mujeres, Kremlin, Bastilla

Las defensoras del Kremlin, mujeres, que combatieron en número muy desigual contra las tropas bolcheviques en 1917, fueron el relevo eslavo de aquellas pescaderas de Paris que tomaron la Bastilla durante la revolución francesa. Por cierto, un mes después del triunfo del conato de octubre se celebraron las únicas elecciones libres y creíbles en la historia de Rusia. (Casi todo intento posterior ha sido casi risible, sin contar el apagón democrático intermedio de setenta años proclamado por los zares comunistas).

Los bolcheviques fueron derrotados ampliamente por los socialistas moderados. Entonces el camarada Vladimir Uliánov se vio obligado, por el bien y la seguridad del pueblo y de la madre Rusia, de disolver a la asamblea elegida e instaurar oficialmente la dictadura del proletariado. Luego rodaron las cabezas del Zar y su familia en aquel lóbrego sótano de la casa Ipátiev, y la de otros veinte millones de personas.

317. Castro, Roosevelt y las pescaderas de Paris

Sí, el general invierno fue la espada curva de Cronos para el ejército alemán. Pero de no haber Adolf Hitler desviado a los tanques del Generaloberst Heinz Guderian hacia la sureña Kiev, Moscú habría caído y Stalin y su comunismo no habrían sobrevivido. Entonces, a estas alturas, estaríamos debatiendo acerca del Castro nazi que gaseó a los palestinos del oriente guantanamero y que se opuso a la diseminación del colectivismo granadino por esas tierras del Caribe… La historia es caprichosa…

Castro era un admirador de la ejecución del nazismo alemán, no lo olvidemos, como en su momento lo fue Delano Roosevelt (mucho antes de las anexiones de Renania y Sarre, por supuesto). El asalto al cuartel Moncada fue más un homenaje al Putsch de Múnich de 1923 que a la toma de la Bastilla por las pescaderas de Paris. El horror es que el Castro orgásmico que contemplaba al fascismo lo hacía a sabiendas de la muerte de veinte millones de personas ejecutadas por Hitler y su ejército. (Y Roosevelt no).

316. Doble rasero

(A propósito de Richard Branson y el concierto en la frontera colombo-venezolana y sus previos paseos habaneros con el nieto del tirano,,,)

Del autoritarismo chavista-madurista al totalitarismo castrista va un buen trecho. Aunque es complicado comparar grados de maldad, pues bajo el prisma ético de la bondad humana cualquier violación es reprensible, lo cierto es que equiparar peras con manzanas no es ni matemático ni justo. Bajo esa premisa es válido preguntarse entonces: ¿dónde diablos estaban todos cuando el horror de los paredones y de la censura más atroz? Muy fácil. O mirando hacia otro lado o palmeando la espalda de los victimarios.

315. A propósito de The Pianist

Y ya que les hablaba de The Pianist, esa obra maestra de Polanski, la realidad es que el holocausto pudo también establecerse gracias a la propia colaboración de judíos traidores. La policía que apaleaba a las víctimas y que las acarraeba a las estaciones donde serían embarcados hacia los campos de concentración, eran judíos harapientos con bastones y cierta cuota de poder. Aquellos que chivateaban a los que se escondían de la Gestapo o que ayudaban a decomisar las propiedades (ganadas con sudor y esfuerzo) , eran también judíos. George Soros fue uno de ellos…

314. The Pianist

The Pianist es, quizás, la mejor obra que se ha filmado sobre el holocausto porque Polanski nos lleva de la mano a los guetos de Varsovia para que seamos testigos del horror. Los judíos fueron martirizados en las alambradas calles de la capital polaca y fueron asesinados en los contenes de las estaciones de trenes y luego gaseados en las bodegas de Treblinka. (Para Ucrania, Letonia y Lituania, la infamia monstruosa de las aktions germanas). Ya para entonces se materializaba el horror que Goebbels había echado a andar tras el congreso de Nuremberg de 1935 y el pavor de Heydrich se hacía alma y se hacía carne. The Pianist es una obra magistral que nos recuerda aquella máxima nietzscheana de cuán horrendo podemos llegar a ser. No te la pierdas. La reponen en Netflix.

313. La Lenin…

“Oye, la Lenin era una tremenda escuela, una educación de excelencia, tú sabes. Vaya, que uno podrá criticar aquello, pero nuestra formación en la juventud fue muy buena… la disciplina, la confianza, el sacrificio… ¿Qué? Ah, sí, no me digas nada, muchacha, que me hierve la sangre… Estados Unidos es mi patria, por eso hay que defenderla, por eso Trump no es mi presidente. Vaya… President my ass, ese gordo asqueroso y racista es un delusional pig. Fuck you, Trump! Fuck you una y mil veces, por poner en peligro a esta nación y a la democracia y a mis hijos con tu fascismo y tu… ¿Qué qué…? Ah, si, como te iba diciendo, la Lenin era tremenda escuela, ahí entrábamos nada más que los mejores y…”

312. Los totalitarismos

Los totalitarismos necesitan de una justificación filosófica que los avale. En el caso cubano es curioso constatar que a duras penas puede sostenerse la tesis de la existencia de intelectuales orgánicos consecuentes con la defensa filosófica del castrismo, a plenitud, sin trampas ni dobleces. Ninguno de ellos ha aceptado la naturaleza totalitaria del régimen.

Si el nazismo era reconocido como una entidad dictatorial por sus ideólogos o si el estalinismo se escudaba en el enemigo externo y los traidores de intramuros para validar los horrores cometidos por el apparatchik soviético, en la isla ninguno de los pensadores gramscianos se animó a calificar a Castro como un autócrata cabal. Los justificativos intentaban vender el concepto de revolución humanitaria y compasiva, al mismo tiempo que los paredones de fusilamientos, la represión cultural y la segregación política se implementaban a diario.

No en balde el filósofo Emilio Ichikawa, durante sus años productivos, señaló alguna vez que Norberto Fuentes le parecía el más consecuente y por ende, genuino intelectual gramsciano del régimen cubano, al proclamar sin complejos y hasta con orgullo el carácter totalitario del régimen y la naturaleza dictatorial de su comandante en jefe.