El investigador especial Robert Mueller acompañado de doce fiscales que donaron dinero a la campaña de la candidata presidencial Hillary Clinton (varios de ellos lloraron cuando se supo que la ex primera dama perdió las elecciones) no pudieron hallar evidencias de complot entre el entorno de Donald J Trump y los rusos que hackearon los emails demócratas. Es decir, la cacería de brujas, una cacería política, una cacería ideológica, no funcionó a pesar de los esfuerzos de Mueller por armar un equipo fiscal absolutamente hostil a la administración de la Casa Blanca.
Y pese a que el antitrumpismo histérico y desaforado, además de su ridículo histrionismo se caracteriza sobre todo por su incapacidad de reconocer los hechos, es hora ya de que se comience a re investigar a los acusadores, aquellos que se complotaron para intentar dar un golpe de estado de mano blanca al presidente utilizando un dossier falso armado con dinero de los Clinton y del consejo nacional demócrata para engañar a un juez de la corte FISA y echar a andar así, la vergonzosa e ignominiosa persecución. Es decir, es hora de que los enemigos de la presidencia que jugaron sucio (¡son muchos!) partan al Walgreens más cercano para comprar pañales…
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