La historiografía oficial revolucionaria no ha traspasado, con frecuencia, los límites de la etapa del Castro colegial. Sus indagaciones y menciones se reducen a alguna parrafada de Marta Rojas o a escasos testimonios de Alfredo Guevara y Baudilio Castellanos, por ejemplo. Cualquier acercamiento al período comprendido entre 1945 y 1950 ha sido abordado desde la mitificación egocentrista. La figura del máximo líder ha sido ensalzada y su pedigrí edulcorado en aras de proveer a Castro de un aura de dirigente eterno que no corresponde a la verdad.
Destacan dos aspectos principales en el falseamiento del pasado universitario de Fidel Castro: el proveedor y el escatimador. Por un lado se inventan y adicionan títulos inexistentes e influencias más que exageradas. Por otro se omite el vínculo con porras políticas gangsteriles. Es, a todas luces, un blanqueamiento histórico del pasado. La realidad es que el Castro de la época de Grau y Prío Socarrás nunca destacó como líder universitario. Su nivel de influencias sobre amigos y colegas fue, en el mejor de los casos, limitado. Era percibido, sobre todo, como alguien vinculado a grupos violentistas que buscaban el poder político mediante el uso de la fuerza y la intimidación. Numerosos testimonios confirman estos hechos.
El propio Castro, en discurso
en el aula magna de la Universidad de La Habana, muchos años después de
su triunfo político, explicaba cuál era el ambiente que predominaba en
la colina del Vedado a su arribo allí, proveniente del colegio de Belén:
“La Universidad estaba dominada por un grupo estrechamente vinculado al
gobierno de Grau San Martín. Desde que ingreso, el primer año, observé
un ambiente de fuerza, de temor y de armas. Había una policía
universitaria totalmente controlada por grupos aliados al poder. Era un
baluarte en manos del gobierno corrompido. Los dirigentes principales de
la Universidad tenían también puestos, cargos, prebendas y todos los
recursos del gobierno. Coincidiendo con ese periodo surge la rebelión de
Chibás contra los auténticos, que terminaría con la fundación del
Partido del Pueblo Cubano, o Partido Ortodoxo. Al llegar a la
Universidad, ya existía ese incipiente movimiento”.
Castro no aclara, por supuesto, que el grupo “estrechamente vinculado al gobierno de Grau” estaba conformado por estudiantes y funcionarios que giraban en torno al presidente de la FEU (y luego director de deportes a nivel gubernamental) Manolo Castro, todos ideológicamente identificados con una izquierda extrema y muy nacionalista. El propio Fidel, durante todo el primer año de su carrera, intentaría formar parte del llamado Movimiento Socialista Revolucionario, en el que sobresalían las figuras de Manolo, Rolando Masferrer y del comandante de la policía Mario Salabarría.
Es cierto que en aquel entonces en la Universidad predominaban los afanes anárquicos- revolucionarios. Todo estudiante que se respetara y que tuviera ambiciones políticas debía de cargar un arma y debía de simpatizar con algunos de los grupos gansteriles que se disputaban el alma (y los votos) del resto de los educandos. Castro, que en aquel entonces sólo ambicionaba ser un líder universitario conocido y respetado, coquetearía tanto con el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR) como con su rival, laUnión Insurreccional Revolucionaria (UIR).
Desmitificar al Castro incipiente es una tarea aún pendiente que deberá ser asumida por aquellos que pretendan hacer lo justo dentro de la historiografía de la isla: situar las cosas en el lugar adecuado.
Publicado por