Colisable era el trajín oficial del doce grado en el AG 28. La gente le daba pescozones por las noches y en una ocasión, incluso, atraparon a Albertico, que era un muchacho tranquilo y bueno, lanzándole una frazada repleta del orine de los baños de la tercera planta en pleno rostro, razón por la cual terminaron expulsándolo del Pre. No recuerdo el por qué la gente abusaba de Colisable. Sólo puedo rememorar sus ojos ligeramente saltones y su cuerpo flaco y sus pantalones cortos, a lo “Michael Jackson”. Jamás le hice nada a Colisable, pero también rehuía su presencia, pues tenía la mala reputación de hacerse el guapo con quienes lo querían y lo toleraban. Poco tiempo después del episodio con Albertico, el Colisable se cambió de escuela y nunca más se supo de él. Desapareció, como si la tierra se lo hubiera tragado, lo que en un pueblo pequeño como Colón es cosa seria. ¿Que por qué me he recordado del entrañable Colisable? Les confieso que no tengo la menor idea. Quizás sólo se deba a la nostalgia, al paso implacable del tiempo, a las tardes azules de Miami… ¿Quién sabe? Después de todo, de Colisables anda repleto el mundo…
438. Colisable
Rafael Piñeiro-López
Rafael Piñeiro-López, escritor, ensayista y Doctor en Medicina (1994). Ha sido articulista en diarios como Periodista Digital (España) y La Razón (Argentina). Ha publicado los poemarios "Los Hombres Sabios" (Editorial NeoClub 2015) y "La Bala de Sansón" (Editorial Signum Nous, 2016). Fue fundador y editor general de la revista sobre Arte, Cultura y Pensamiento "Signum Nous". Reside en la ciudad de Miami. Ver todas las entradas de Rafael Piñeiro-López
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