Dark Passage, de Delmer Daves, es como tantas otras cintas noir de la época de los cuarenta, una anciana con exagerado maquillaje que ha envejecido tristemente tras el paso de los años. Muchos de ustedes la recordarán como aquella película donde Humphrey Bogart luce una máscara de vendas en el rostro mientras Lauren Bacall, filosa como navaja de carnicero, intenta consolarlo tras una noche de persecuciones, asesinatos y mentiras.
Dark Passage es una cinta oral, que bordea el abismo de la esquizofrenia creativa, con un primer tercio técnico impecable, donde el uso de la cámara subjetiva y voz en off, recurso fácil e imaginativo utilizado por Daves para enmascarar la identidad del Bogart convicto, le otorga un carácter diferente. Carácter que, a medida que enfrentamos un guión mediocre que intenta enlazar cada uno de los hechos a trompicones, se va diluyendo irreversiblemente hasta llegar a la estocada final, ese Perú bullicioso y tropical donde en vez de vals se danza rumba. Para los tiempos que corren, una pérdida de tiempo.
Publicado por