Escrito hace tres añoe, en el 2016:
Hay una cosa esperpéntica dominando eso que llamamos cubanidad, de cabo a rabo; se llama reggaetón. Reggaetón cubano, claro. Y les digo, ¡tiemblen! Tiemblen que esa es la nueva religión. La masa manda y la masa exige reggaetón, para menear las nalgas y caderas, papi, para sacarnos de arriba la tristeza de la muerte de nuestro macho alfa, para olvidar a la cruel gusanera de Miami que nos señala con el dedo y que también nos manda laticas de leche condensada y pitusas “pre lavaos” y apretaos (skinny les dicen los que saben, los duchos en la lengua de Shakespeare y de Whitman). Y esa cosa esperpéntica ya cruza el estrecho y se disemina, como en aquella historia de Stephen King, por las calles y autopistas miamenses, amenazando con “ponel a gozal” a sirios y troyanos, porque la religión somos nosotros y la política no importa, mami, que hay que menearse hasta las profundidades de la moralidad y de la ética, que hay que tocar el fondo de la desidia perreando como si la vida no fuera a trascender la media noche.
Post data: El meneo también posee su intríngulis estética, pero eso ya es asunto para filósofos y pensadores.
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