
La Thunberg es el espejo de Borges. No debiéramos asombrarnos de que una mocosa histérica (muy probablemente en su variante disociativa) sea la representación de la convulsa y perturbada teoría del cambio climático (potenciado por los hombres) como el fin de los tiempos. A cada cosa, su reflejo estético, estemos claros. La Thunberg es una Ocasio planetaria y global. Los apologistas del fin de los tiempos son el complemento universal del antitrumpismo apocalíptico, ese que anuncia el fin de la democracia por culpa del tirano naranja.
Publicado por