
“Dos Veteranos” es la pieza final de Eduardo del Llano sobre ese ambiguo personaje (tan ambiguo como la evolución del castrismo), Nicanor O’Donell, a quien conocimos por primera vez en “Monte Rouge”, un corto filmado en el año 2004 entre los períodos alzheimeriano y pre colostómico de la llamada revolución cubana.
Si aquella obra fue divertida y sagaz, no podemos ya decir lo mismo de esta desgastada “Veteranos”, que no es otra cosa que el reflejo de eso en lo que se ha convertido la sociedad cubana, una especie de status quo semi anárquico, pero al mismo tiempo complaciente.
La narrativa sobre O’Donell, al igual que la propia realidad de la isla, ha derivado en un cuento aburrido y previsible que ya ni siquiera atesora aquel descaro insolente de las primeras piezas, reflejo de una falsa apertura en las artes y en el pensamiento potenciada, más que por un intrínseco deseo libertario, por aquella diverticulitis que refrendó lo que algunos sospechaban: que Castro era mortal.
Sí, los pueblos son cobardes por naturaleza.
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