*Escrito en Febrero del 2016
¿Intentará la tecnología en un futuro sustituir el vacío de la muerte, reemplazar lo amorfo del óbito insondable? ¿Podrá la nube etérea, adonde llegan nuestros textos y reminiscencias de la vida virtual que hemos tenido, constituirse en carne viva que simula savia allí donde no la hay? ¿Acaso esa creación, de ser posible, pretenderá adueñarse (como los replicantes de Philip K. Dick) de un espíritu real y terminar aferrándose a una vida que no es vida? Sí, he estado viendo Black Mirror, esa inquietante y concisa serie inglesa que nos reta y nos subvierte a cada paso. Traten de saborearla en cuanto puedan.
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