
He terminado de ver “The Outsider”, la miniserie producida por Jason Bateman y adaptada por el veterano de mil contiendas Richard Price para HBO, y el sabor que me ha dejado en la boca es amargo. Usualmente, cuando te enfrentas a la adaptación de una obra del muy prolífico y ‘paquetero’ Stephen King, no puedes hacer otra cosa que abrazar dos probables opciones de naturaleza mazdeísta: o el resultado es excelso o la obra de marras es un desastre. En el ejemplo que nos ocupa, asombrosamente, la mejor definición del producto es que su calidad es intermedia.
Estemos claros, planea sobre “The Outsider” el aura de las cosas malditas como ya es usual en las obras de King, pero mientras la primera mitad ronda la excelencia, ya en la segunda parte, conscientes de hacia dónde se dirige la historia, nos resistimos a ‘jamarnos la guayaba’ envenenada que nos ofrece Bateman. Es demasiada la ‘turca mojonera’ de King, tanto que seguirla a pie juntillas nos hace sentir como cretinos papanatas. La historia no hay quien se la tome en serio, por mucho esfuerzo que haya puesto Price por pretender contarnos una pieza “real”.
The Outsider, a pesar de todo, con su preciosismo estético y buenas actuaciones, es el vívido ejemplo del espíritu de Zaratustra que persigue a King, donde los tintes medios acaso si sobreviven: una primera mitad, como ya les decía, ejemplar y soberbia y una segunda mediocre y ‘fulastrera’. A eso se reduce este último intento por emular cosas mayores como aquella pieza, “The Shawshank Redemption”, o como aquella otra, la “MIsery” de Rob Reiner.
Publicado por