Se pueden emplear las más disímiles medidas epidemiológicas en aras de frenar a un germen cualquiera: estados de excepción con cuarentenas absolutas, detección precoz de pacientes sintomáticos y aislamiento, cuarentenas selectivas específicas, regionales o sobre grupos de población de riesgo, que el día que en realidad nos enfrentemos a un germen con ganas de jodernos la existencia, poco o nada podremos hacer para frenarlo.
Imaginemos un virus de una familia cualquiera, que haya mutado en una cepa extremadamente agresiva con un índice de transmisión de, por ejemplo, 8.5 o 10.5, una fase relativamente corta de incubación, que se disemine via droplets y airborne, y que cause, otro ejemplo, severas neumonías atípicas acompañadas de manifestaciones neurológicas como una encefaliris aguda. Algo parecido a lo que imaginaron Burnes y Soderbergh en Contagion, donde el índice de letalidad alcanzaba el 30%. Pues bien, para ese entonces aprenderemos a avalorar la clase de turca que nos están metiendo con el SARS Covid-2. Y entonces nos diremos a nosotros mismos “Que clase de comemierdas fuimos”
Publicado por