
Una espesa niebla cubre la que fue la casa de Kathy Nicolo en el norte californiano ya en el ocaso. Es el colofón perfecto para un final tan amargo como la hiel. Y es que “House of Sand and Fog” no es una pieza fácil.
La incombustible y subvalorada, a pesar del Oscar, Jennifer Connelly, una actriz de inmenso talento y gran belleza nos estremece a todos en esta historia dirigida por Vadim Perelman, con un guión que él mismo adaptara junto a Shawn Lawrence Otto a punto de partida de una novela del talentoso escritor Andre Dubus III.
Y si hablamos de la Connelly sería imposible e injusto no mencionar también al veterano Ben Kingsley, aquí en la mejor actuación de su carrera. El hombre, simplemente, nos deja sin palabras.
El filme trata temas como la posesión física, el derecho a la propiedad, el desprecio al hospedero y la desconfianza hacia el huésped. A veces meterse en esos trillos sin pecar de pedagogos es difícil, pero Perelman sale airoso gracias a un innato talento para contar historias.
La desazón tremenda que nos produce esta cinta proviene del hurgar en detalles aparentemente intrascendentes y pequeños que luego confluyen hasta la conformación de una tragedia inmensa. Hay mucho dolor y gran desesperación en cada uno de los personajes… y en nosotros… De allí que la niebla nos alcance como a la casa de Kathy Nicolo…
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