
El Planet of the Apes original metaforizaba sobre la guerra fría, apuntando específicamente al horror de los totalitarismos comunistas. Luego la pieza de Tim Burton, sin embargo, ya esbozaba a la investigación bio genética como la futura desgracia de los hombres, cosa que en Rise of the Planet of the Apes, la nave proa de la nueva hornada, toma forma de manera brillante cuando Rick Jaffa y Amanda Silver detallan la génesis del ascenso inmisericorde de los “oprimidos” y el comienzo del fin microbiológico y brutal de los “explotadores”.
Toda esta narrativa del nuevo siglo que indaga en el fin de los tiempos a punto de partida de la epidemiología explica en cierta forma la era que vivimos. Rupert Wyatt también hace hincapié y, sobre todo, en el resentimiento y en el odio del explotado, como un ejercicio cíclico y repetitivo de la historia. Es por esa razón que el Caesar de nuestra historia emula al Danton de la ilustración francesa; “La revolución no puede hacerse con agua de rosas. Hagamos del terror la orden del día”. “Rise of the Planet of the Apes” es, sorprendentemente, una alegoría brillante y aterradora donde los simios de Pierre Boulle somos también nosotros.
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