
“Retornos” tiene 10 minutos iniciales espléndidos: la lluvia constante sobre el sereno y opaco mar Cantábrico y las pobres y antiquísimas villas apiladas sobre el pedregal costero de la Coruña. Hay poesía allí, en esos resquicios casi documentales que nos muestra Luis Avilés con una especie de oscura simpatía. Pero luego la pieza resbala hasta dar de bruces en el suelo. La historia policiaca es endeble y los personajes no trascienden. Las putas son falsas y los policías y los muertos. No hay mucho a lo que asirse en esta obra, excepto esos diez minutos iniciales, poéticos y soberbios.
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