A pesar de que Lydia Denworth, una escritora de Scientific American, comienza su último artículo citando una frase del psicólogo Elke Van Hoof, de la Universidad Libre de Bruselas, que reza así: “[El cierre] es posiblemente el mayor experimento psicológico jamás realizado», lo cierto es que el resto del panfleto no hace otra cosa que sumar una voz más a la ya monocorde “verdad” que predomina en la llamada prensa seria o especializada de estos tiempos.
Lo escrito por la Denworth es, en realidad, un lamentable artículo permeado de prejuicios políticos y de ansias insolubles de redención social. Se pierde la oportunidad de plasmar seriamente, desde el punto de vista de la psicología y quizás desde la psiquiatría, los efectos devastadores del encierro arbitrario por el Coronavirus. Es decir, se sigue cogiendo al toro por el pescuezo y no por la ornamenta. Las voces disidentes en este o cualquier otro tema son cada día más escasas y menos agudas.
Ojalá que la ira no termine imponiéndose entre la gente llana. O ojalá que sí. ¿Quién sabe adónde nos encaminamos con todo esto? Médicos interesados en brillar como estrellitas de cine, científicos que pliegan sus convicciones al dinero… si antes hablábamos de la banalización de la política, a partir de este 2020 tendremos necesariamente que hablar también de la banalización de las ciencias…
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