Unas ideas que me han estado dando vueltas:
Probablemente estamos siendo testigos del advenimiento de una nueva era. En el 2008, con la comercialización del smartphone, se estableció un parteaguas en la historia de los hombres (cosa no muy referenciada, por cierto).
Desde aquel entonces, y a tenor con la velocidad con que los tiempos ahora corren, la política y la sociedad han sufrido de cambios inimaginables.
Se ha dado una especie de masificación de las opiniones tras la pérdida de la monopolización de la noticia por parte de los grandes medios.
Y desde el pasado marzo para acá, nos hemos colocado a las puertas del autoritarismo tecnológico. También hemos sido testigos de cómo las ciencias, probablemente de manera inédita, se han puesto al servicio del poder.
Ya, incluso, navegamos con cierta comodidad por el universo de la “nueva normalidad”, donde el neo puritanismo vinculado a la censura moral y la creación de una especie de neo lengua orwelliana ni siquiera nos resultan tan horrendos.
Hace doce años comenzamos el recorrido hacia la real modernidad y hoy atisbamos con horror que el pasado siempre, de alguna u otra forma, se asirá a nuestras solapas. En este caso, el pasado medieval… y es que las distopias se construyen con los avances del futuro y con la ira reaccionaria de la historia.
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