¿Puede matar el Covid? Por supuesto. En los pacientes de riesgo causa neumonías atípicas y mixtas que en algunas ocasiones desembocan en un peligroso Síndrome Agudo de Stress Respiratorio, ya visto en otros gérmenes similares, incluyendo al Covid SARS-1 del 2003. Los porcentajes de estos casos (SARS) son minúsculos.
Pero la histeria entre la comunidad científica ha sido generada por la llamada «tormenta linfocítica», probablemente relacionada a altas cargas virales, y que debe de tener una incidencia mínima en la población afectada, pero que al mismo tiempo ha sido promocionada y divulgada hasta el cansancio por la prensa amarillista y por instituciones y profesionales irresponsables.
Esta «tormenta linfocítica» es una exagerada respuesta de defensa del organismo, que puede atisbarse en pacientes jóvenes y sin patologías de base. Algunos de los profesionales de la salud fallecidos (¿un 0.0001% de las personas positivas?) sufrieron la mencionada hiper reacción de defensa cuyo mecanismo fisiológico aún no se ha podido precisar, pero que quizás se deba, como conversaba con mi amigo y hermano, el doctor Ibrahim Menendez Perez, a una especie de GAP inmunológico que sufren silenciosamente las víctimas de estos episodios. Es decir, quien muere ya llevaba la marca del deceso (o la marca de la bestia) de antemano.
Y les repito, los porcentajes de mortalidad son tan ridículamente bajos (de mis pacientes, un 90 o 95% de los casos son asintomáticos o leves y ni siquiera necesitan hospitalización) que no pueden justificarse bajo ninguna premisa los estados de excepción que han estado rigiendo durante el último medio año y que están llevando al mundo que conocemos hacia una precariedad de límites impredescibles.
¡Basta ya de histeria, de temor exacerbado, de politiquería y negocio! Es hora de abrir los ojos y despertar.
Publicado por