Entonces unos tipos ahí tratan de raptar a la gobernadora Gretchen Whitmer, la demócrata que implementó medidas draconianas en el estado de Michigan, a propósito del Coronavirus, y sale toda la prensa partidista a acusar al presidente por el intento fallido. «Fueron supremacistas blancos aleccionados por el fascista Trump y tao tao tao…»
Y como siempre, todo es mentira… una guayaba ideológica destinada a recuperar el poder perdido… porque todo o casi todo en esta vida se trata precisamente de eso, de atesorar poder, amigos míos.
Brandon Caserta, uno de los principales implicados en el conato de secuestro de la dictadorzuela Whitmer, no es más que un libertario anarquista o un anarcocapitalista, que en sus páginas sociales llegó a decir: «Mi socio, Trump no es tu amigo. Cada persona que trabaja para el gobierno es tu enemigo, bróder».
Si, muy consecuente con sus ideales, es algo que no puede ni siquiera ponerse en duda. Pero eso no lo convierte, ni de lejos, en un «trumpista supremacista blanco». El mundo es mucho más complejo, dude. Los maniqueísmos no hacen otra cosa que simplificar la realidad. Y en eso, el antitrumpismo se ha ganado un doctorado.
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