Hoy me levanté pensando en esto:
Se acuerdan de la ‘posverdad’, ese neologismo fatuo surgido de las más recónditas entrañas de la montaña Saurón (entiéndase “izquierda sosa digital”) hace ya un par de lustros y, que como boomerang primitivo, basta con echarlo a volar al aire para que se devuelva con violencia inusitada a machacarte la cabeza? (Y es que nada es más emocional que la histeria colectivista, vale decirlo)
Pues bien, esa denominación tan típica de la neo lengua imaginada por un Orwell cualquiera se ha hecho sangre y carne en estos días. Si no… ¿cómo explicar que las ciencias epidemiológicas y médicas hayan sido pasadas a llevar por gobiernos, instituciones y burócratas en el último año? ¿Cómo justificar la debacle absoluta del periodismo occidental? ¿De qué manera comulgar con la negación anti eidética de una trampa masiva frente a la vista de todos?
La fragilidad de nuestras sociedades ha pasado a tomar el mando. Es este un hecho factible con la proposición de Charlie Kirk que plantea que el estadio final de una civilización está dominado por los débiles y no los fuertes. Yo agregaría que a medida que la serena quietud de la comodidad (fruto del desarrollo exacerbado de las tecnologías) nos domina, el instinto de supervivencia animal se va perdiendo. Y el problema con esto es que siempre quedarán lobos deambulando, prestos a lanzar dentelladas…
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