1192

Las cuatro patas de la mesa sobre la que reposará la cena del futuro son:

– La teoría anticientífica del cambio climático, destinada a justificar grandes migraciones y a eliminar la industria de los combustibles fósiles.

– La teoría anticientífica de la justicia social crítica, que es el nuevo mantra inclusivo del neo fascismo de izquierda que hoy domina a la media y a la política en el mundo occidental.

– La teoría anticientífica del falso derecho a la autodeterminación incluida en las políticas pro aborto. El control de la natalidad es imprescindible para nuestro bienestar venidero.

– La teoría anticientífica del comunitarismo estatal, esa que nos garantizará la posibilidad de ser felices, aunque no seamos dueños de nada.

Entre sus fisuras, montones de otras reglas y disposiciones que, en aras del “desarrollo y el progreso”, eliminarán las libertades individuales y nos someterán a un totalitarismo tecnológico de primer orden.

(La verdad que Philip K Dick fue un genio. A estas alturas, el más importante y previsor del pasado siglo).

1191. Los pecados inocentes

Hay pocas cosas tan presentes en nuestro imaginario como aquella gasa taponeando la nariz de Jack, asida a un paper tape que le cubría parte del rostro. Y es que Chinatown (1974) es un apéndice podrido. O al menos el reflejo de tal cosa. La obra soberbia de Polanski y Towne se nos convirtió de pronto en un clásico noir de ascendencia polaca, en un crossroad de los áridos arrabales desérticos de Los Angeles y el jazz universal de Goldsmith. Corrían otros tiempos en aquellos setenta. El excepcionalismo yuma era aún una realidad soberbia. A estas alturas, en pleno siglo nuevo, hasta los pecados de Polanski nos parecen inocentes… hasta la indecencia ficcional de Huston. Lancemos un réquiem por la pieza de Roman y por aquellos años, en que la simpleza era tanta como la vida misma.

1190

Amazon está cerrando las cuentas y eliminando los libros de los autores de la derecha conservadora. La purga estalinista sigue (y seguirá) con el aplauso y la complacencia de los intelectuales cómplices, de los políticos corruptos y de las turbas ignorantes. La buena noticia es que, en un futuro cercano, muchos de ellos también serán víctimas del horror.

1189

Un amigo que se mudó hace poco a Washington DC (algunos de ustedes lo conocen) comenzó a recibir un curso, en su nuevo trabajo, sobre ética laboral y conflicto de intereses. El primer escenario teórico que se expuso fue el siguiente:“Alejandro quiere tener una cita con Pedro, pero es su manager. Ellos se gustan. Existe conflicto de intereses?”Mi amigo no está seguro de la respuesta.

1188

Nunca faltará el ‘Simplicio Magno’ de ocasión, antiguo cuadro partidista y cultural del vetusto castrismo, que se erija en defensor de las causas justas y del «sentido común». Vivimos en una era donde el neófito, amparado por su teclado inclaudicable y feroz, se atreve (con todo el desparpajo posible) a contradecir sin evidencia alguna (a no ser algún recorte de CNN o de la BBC o de Reuters) a profesionales que atesoran experiencia empírica sobre un tema en particular. Es la invasión de los necios de las que nos hablaba Eco; es la legión de los idiotas que inundan las redes sociales.

A propósito, hace tan sólo unos escasos días, el eminente doctor Sucharit Bhakdi, especialista en microbiología, profesor en la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz y director del Instituto de Microbiología e Higiene Médicas de Alemania, decía, en relación a la histeria covídica que nos azota desde hace casi un año, que «aislar a toda la población es grotesco, absurdo y muy peligroso». Y acotó lo que muchos otros prestigiosos especialistas se han atrevido a señalar: «»Esta es una tragedia increíble, porque todas estas medidas adoptadas son en realidad un sin sentido. La esperanza de vida de millones de personas ahora se está reduciendo debido a esto. El impacto espantoso en la economía mundial amenaza la existencia de innumerables personas».

También dice el Dr. Bhakdi que «las consecuencias en la atención médica son profundas. Los servicios a otros pacientes que los necesitan se reducen, las operaciones se cancelan, las prácticas médicas se vacían. Todo esto tendrá un impacto profundo en toda nuestra sociedad».

Y coincido absolutamente (ustedes lo saben) con el eminente epidemiólogo cuando asegura que: «Estos virus coexisten con humanos y animales en todo el mundo. Los virus son la causa de enfermedades menores y muy comunes del tracto respiratorio. Muy a menudo, las infecciones siguen siendo subclínicas y sin síntomas. Los casos graves ocurren casi exclusivamente en pacientes de edad avanzada con otras enfermedades subyacentes, en particular enfermedades pulmonares y cardíacas».

¡Señores, ni más ni menos!

Aunque estoy seguro que nuestro eminente escribidor Simplicio Magnus, vendrá pronto a corregirle la plana al doctor Bhakdi. ¡Es que estos «intelectuales» se las saben todas!

(Pd: Yo sería incapaz de debatirle a nuestro Simplicio en las artes de la burocracia cultural. Ése es su campo).

1186

Aunque intentemos obviarla, la realidad es una: el excepcionalismo norteamericano ha muerto y, con él, el futuro del mundo occidental. La muestra clarísima y objetiva está frente a nosotros: el conservadurismo yuma se ha dejado abofetear una y otra vez desde noviembre pasado y, en vez de encojonarse y responder en consonancia, se ha dedicado a lloriquear y a murmurar en la esquinas. Si imagináramos una situación igual en el pretérito , donde la censura, la persecución y el acoso fueran diarios como ahora, resultaría imposible sacar de la ecuación el advenimiento de una guerra armada.

1185

El nuevo y luminoso futuro que nos proponen aquellos que nos desean el “bien” estará cimentado en los conceptos anti-científicos y burdos del cambio climático global y del inclusivismo absoluto de la justicia social crítica. Hace tan solo un par de horas, por ejemplo, Mark Carney, enviado especial de las Naciones Unidas para la acción climática y las finanzas, tuvo una conversación sobre el tema de cómo eliminar los mercados de carbón en nombre de la salud y la “bonanza”, con varios de los arquitectos de tu futuro, de nuestro futuro. Todos, unánimemente, estuvieron de acuerdo en que los combustibles fósiles deben de desaparecer con prontitud, con todo el horror que ello implica. ¿Que quiénes participaron en dicha conversación tan animada? Bill Gates, por supuesto. Y Bill Winters , director ejecutivo del grupo Standard Chartered Bank. Y Annette L. Nazareth , ex comisionada de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos. Y Nicole Schwab , codirectora de Soluciones basadas en la naturaleza, del Foro Económico Mundial de Ginebra. Sí, no tendremos nada pero seremos felices; es la máxima orwelliana que está a la vuelta de la esquina.(La charla está disponible en el sitio web del foro económico mundial)

1184

Podemos seguir jugando a nuestras vidas normales y ordinarias. ¿Acaso no lo hemos hecho casi siempre? Pero es imposible obviar que la libertad de los hombres jamás había estado tan amenazada desde los tiempos del paritorio de la ilustración. Señores… ¡no es poca cosa! Y es que, si antes lo que se encontraba en juego era el destino de Europa, hoy en día el alcance es global. Amigos, la conjura es soberbia. El autoritarismo estatal (paso previo del totalitarismo ecuménico tecnológico y de las pseudo ciencias humanistas) ya rige en occidente. Aférrense a sus seres queridos y a sus valores más profundos… lo necesitarán.

1183

Escrito el 26 de enero del 2016:

La Enmienda Platt primero y luego el embargo no han sido más que sendas justificaciones esgrimidas por aquellos que intentan explicar el fallo de la cubanidad. La desaparición de la primera y la posible abolición de la segunda en nada cambiarán el decursar inevitable del fatalismo criollo. Y es que la única esperanza para Cuba yace fuera de los márgenes de la socialdemocracia.

1182

The Next Three Days (2010) es un thriller decente, dirigido por el algo amelcochado, pero casi siempre efectivo Paul Haggis, un tipo con buena mano y adecuado pulso para el suspense y el drama. Es un remake de la cinta francesa Pour Elle, imaginada por Fred Cavayé y Guillaume Lemans, adaptada por el propio Haggis, quien suele escribir el guión de sus piezas. De hecho, es como escritor que creo que Haggis brilla con luz propia, al legarnos cosas como Crash, Million Dollar Baby y algunas películas de la serie James Bond. El tipo tiene oficio. El tipo sabe. Y al ser poco pretencioso y extremadamente honesto, pues termina cayéndonos mejor. Ya lo sabes, The Next Three Days acaba de aparecer por Netflix y ayuda a despejarnos en tiempos tan oscuros. Enjoy!

1181

Amigos, dejen de fantasear con el espejismo de la democracia usual. No, nadie que esté fuera de los contornos del “bienestar futuro” tendrá opciones de atesorar poder político alguno. La legitimación del fraude ha sido concluyente y ha trazado el camino. A lo largo de la historia, sólo la violencia verdadera ha sido la respuesta. Las naciones que deciden dar un paso al lado, no son más que letra muerta.Amigos, dejen de fantasear con el espejismo de la democracia usual. Las reglas han cambiado. La barbarie, ténganlo por seguro, les aguarda. (A estas alturas, confiar en una solución por mediación del corrupto sistema electoral, no es más que la validación del bugarronismo del que fueron victimas hace casi tres meses).

1180

Leo los comentarios en el post de uno de esos oportunistas “culturales” que abundan en el sur de la Florida, un vago que profita de grants y de prebendas. Conozco a muchos de los interlocutores. También conozco personalmente al susodicho. Me aterran sus palabras. Las de todos. Justifican la censura, vitorean la purga, califican a sus “oponentes” de racistas, supremacistas y fascistas al mismo tiempo que los disminuyen intelectualmente. Ellos son los incólumes superiores que desde un pedestal mierdero apuntan con el índice y aconsejan que todo aquel que piense diferente sea vigilado, sea coartado, sea reprimido. Y también se atreven a dar un sermón de falso buenismo redentor: “no los entiendo, son mis amigos, tipos inteligentes secuestrados por el fanatismo más atroz”, nos dicen. Ellos, precisamente ellos, los neofascistas que excusan que aplasten a los contrarios, que los tasen con el rasero de la intolerancia, que los jodan. Pero el horror también terminará por alcanzarlos. Tarde o temprano serán, como nosotros, víctimas despreciables, corderos dispuestos al sacrificio. Sólo es cuestión de tiempo antes de que Saturno se los meriende de un bocado.

1179

El “trumpismo” quedará como un referente intelectual, incluso, del conservadurismo occidental. Pero no alcanzará poder político alguno por las vías “legítimas de la representatividad colectiva”. Hay que entender que con la muerte del excepcionalismo norteamericano también ha muerto la ilusión de la democracia.

1178

Creo que se los advertí más de una vez: el optimismo fatuo, comemierdón, oligofrénico, es como un cáncer que se metastiza y mata.

¿Dónde están, por cierto, todos aquellos adalides de los golpes sorpresivos, las boletas marcadas y los soldados desplegados en Europa en busca de la verdad y la justicia?

¿Dónde aquellos que les exigían denodada paciencia y confianza incombustible?

Consejo sano: desconfíen de los iluminados. Sean esclavos de la lógica y el sentido común.

Pd: Esos mismos que relativizaron la verdad, de aquí a dos años (como mucho) olvidarán el fraude inmenso que se cometió y seguirán, tan alegremente, alimentando sus vanidades y miserias. (Y una cohorte de creyentes de la fé los volverán a seguir con una confianza inquebrantable).

1177

El fin del imperio romano provocó un retroceso cultural de mil años. Me refiero al fin de su poder estético y de su poder político. La historia es cíclica, amigos míos, aunque los entramados de la longitud del tiempo se hayan acortado dramáticamente en la post modernidad.

¿Alcanzaremos, acaso, a ser testigos del desfile de las tropas empobrecidas con los pulgares cercenados y las espadas inertes? Somos los esclavos de los esclavos de Alarico. Caímos en la trampa de sus exóticos corceles.

Ya se rendirán Bretaña y Europa toda. Los nuevos bárbaros están en el poder; nuestros propios ostrogodos… aquellos que cebamos con el dinero de nuestros bolsillos. Los imperios se joden, no se hagan ilusiones. Las épocas históricas no son eternas. Y en eso estamos.

1166

La dictadura cubana nunca fue ese macho alfa estoico y referencial que pretendió ser alguna vez. La Cuba de los últimos sesenta años, y sobre todo de los últimos treinta, ha sido parte alegre y entusiasta (aunque disimulando, siempre disimulando) de esa globalidad comunitaria en la que todos moramos. El affaire Covid lo ha demostrado con creces. La histeria compartida quizás explique, en gran medida, el por qué el castrismo ha sido un mal menor para las democracias occidentales, a pesar de su horror incuestionable.

1165

La falsa ilusión de la libertad: La censura en nombre del bien común (que no es más que censura estalinista o castrista) ha llegado para quedarse. Aquellos que la propiciaron de una u otra forma, que la disfruten. Yo no. Yo no la merezco en lo absoluto.

1164

Escrito el 22 de enero del 2017, hace cuatro años:

Hay una oposición estética a Donald Trump, cosa típica de la izquierda caviar y otras yerbas. Y es que nada es más discriminador que la izquierda. Nada más rebuscado ni elitista. De allí que esa izquierda frunza el entrecejo y arrisque la nariz cuando Trump, con su verbo ralo y seco, primario, antipoético, se dirige a las masas. ¡Horror de horrores! Un millonario pragmático, sin puntos de comunión con la intelectualidad parlanchina y demagoga de la izquierda, ejerciendo el poder en un Estados Unidos que parecía, al final de la jornada, haberse dejado doblegar por el espíritu comunitarista que suele reinar en Harvard y en las grandes universidades del país. El chapucero Trump ha sido un accidente no previsto, una piedrecilla molesta en el zapato. De allí la histeria y la desazón. De allí el Soros aterrorizado y el Hollywood aullador. Es por eso que les digo que también, y sobre todo, hay una oposición estética a Donald Trump.

1163

Los filosofastros y peorros, los escritorzuelos gonorreicos, los intelectuales de cartón, procedentes todos del islote del marabú, pero adustos y soberbios residentes de Barcelona y New York, dicen alegrarse por la libertad felicitando el triunfo de, precisamente, la anti-libertad. Tal antinomia sólo puede entenderse en personajillos miserables como estos, que en aras de saciar sus despreciables afanes colectivistas, tachan de dictadores o, simplemente, de seres humanos inferiores, a quienes apreciamos la única libertad posible: la libertad del hombre.

Pd: no me pregunten quiénes son. Ustedes los conocen.