La fauna pseudo intelectual local, que suele permanentemente apuntar con el dedo a la “chusma trumpista perversa y antidemocrática”, da grititos de alegría tras la oscura ofensiva totalitaria ejercida en estos últimos días por quienes en realidad mandan. Celebran que amordacen a quien disiente, mientras siguen dándose golpecitos en el pecho y se califican a sí mismos como amantes de la libertad.
La realidad es que no. No son, en lo absoluto, respetuosos de sus semejantes. Estos dictadorzuelos esmirriados en los tiempos de Stalin habrían sido aliados fieles del camarada Lunacharski en aquel enjuiciamiento a Dios y habrían sostenido en andas al venerable propagandaminister Goebbels por las calles del Berlín de 1937.
No les creas cuando te afirmen lo contrario. Ni siquiera confíes en aquellos que ahora confiesan eatar alarmados, cuando ya antes atizaron la brasa de la represión. La nación está siendo empujada a la violencia… y ellos llevarán esa carga a sus espaldas.
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