La madre de un pequeño de dos años me llama por teléfono, preocupada porque su hijo tiene fiebre muy alta por los últimos dos días. Me dice que le diagnosticaron una amigdalitis pero que su garganta se ve completamente normal. Le pregunto si le hicieron el strep test y asegura que no. Pero… el Covid-19 le ha dado positivo. En emergencias del Miami Children’s Hospital no quisieron hacerle una radiografía por el miedo al contagio. Le explican a la desesperada madre que la fiebre es producto del virus del momento. Arrisco mi nariz: el Covid es benévolo con los pequeños.
Al tercer día con fiebres altas le digo que vuelva a llevarlo al servicio de emergencias. Le suspenden el Augmentin previo porque, como ya intuíamos, no existía una amigdalitis bacteriana. Pero vuelven a negarse a examinar al niño más exhaustivamente. Sospecho una Influenza o una neumonía bacteriana, pero está esa cosa del Covid positivo. Me asombra que en el hospital pediátrico élite del sur de la Florida no hayan testeado al paciente ante la posibilidad de un flu, al menos. Bueno, es la histeria lo que me molesta más que todo.
Al cuarto día de fiebre sin remisión la madre le repite el test del Covid y… voilá… el resultado fue negativo, lo que me lleva a concluir que el niño nunca fue portador del virus. Un falso positivo. Aún no le hacen una radiografía ni tampoco el test del flu. Y es que gracias a la histeria de todos aquellos que son culpables, nos hemos ido convirtiendo en una nación irresponsable y bananera. ¿Cómo es que se dice? Ah, ya… shame of you!’
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