Creo que se los advertí más de una vez: el optimismo fatuo, comemierdón, oligofrénico, es como un cáncer que se metastiza y mata.
¿Dónde están, por cierto, todos aquellos adalides de los golpes sorpresivos, las boletas marcadas y los soldados desplegados en Europa en busca de la verdad y la justicia?
¿Dónde aquellos que les exigían denodada paciencia y confianza incombustible?
Consejo sano: desconfíen de los iluminados. Sean esclavos de la lógica y el sentido común.
Pd: Esos mismos que relativizaron la verdad, de aquí a dos años (como mucho) olvidarán el fraude inmenso que se cometió y seguirán, tan alegremente, alimentando sus vanidades y miserias. (Y una cohorte de creyentes de la fé los volverán a seguir con una confianza inquebrantable).
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