Acabo de escuchar concienzudamente un discurso del líder de la minoría republicana en el congreso. El tipo luchaba por su vida y la de los suyos. Esta gente está aterrada ante la fuerza omnipotente del partidismo ciego y sectario de las huestes de la presidenta Pelosi. Nunca en la historia de la nación americana, nunca, el poder de la mayoría en el congreso había sido utilizado de manera tan evidente para aplastar a sus contrarios. McCarthy lo sabe. Mc Carthy lo dijo. Pero no servirá absolutamente de nada. ¿Por qué? Porque el propio líder de la minoría y el resto de la bancada republicana han alimentado a ese monstruo que se los zampará muy prontamente y sin contemplaciones.
Ellos permitieron el acoso y el irrespeto a un presidente elegido durante cuatro largos años; ellos permitieron el secuestro de los medios, las escuelas y las universidades por las huestes ideológicas y anti científicas de la nueva izquierda; ellos permitieron y validaron la legitimación de un fraude electoral y la elección de un presidente ilegítimo, o lo que es lo mismo, propiciaron la muerte del excepcionalismo norteamericano y la caída de las instituciones de la república.
El discurso de McCarthy hoy frente a la cámara fue valiente y temerario, pero atemporal. Por medio de las instituciones “democráticas” ya nada puede hacerse en los Estados Unidos. La guapería del líder republicano no tiene incidencia alguna en las acciones políticas de la nación. Ni la tendrá. Sus llamados a la colaboración y al trabajo en equipo no pasan de ser una petición ridícula. Su decisión de batallar en contra de los excesos totalitarios de la mayoría demócrata… palabras a destiempo. USA se ha convertido, amigos míos, en la espantosa consecuencia de sus políticos cobardes.
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