Por ahí andan los espabilados diciendo que el complot lo que hizo fue salvar a la democracia. Si los ubicamos en la Rusia de Lenin habrían justificado los ahorcamientos de los mujik. En la Alemania de los treinta habrían festejado el acoso a los judíos. En la Cuba del 59 colgaron en sus casas el cartelito que todos conocemos. El afán democrático es vendido por estos mercaderes del «buenismo» de una manera muy curiosa
A ver, bidenistas amantes de la censura y el trapicheo, que no lo digo yo, que lo dice la revista Time, y en tono laudatorio:
«Lograron que los estados cambiaran los sistemas de votación y las leyes y ayudaron a asegurar cientos de millones en fondos públicos y privados».
“Una camarilla bien financiada de personas poderosas, que abarcan industrias e ideologías, que trabajan juntas detrás de escena para influir en las percepciones, cambiar las reglas y leyes, dirigir la cobertura de los medios y controlar el flujo de información”
«Se estaba desarrollando una conspiración detrás de escena, una que redujo las protestas y coordinó la resistencia de los directores ejecutivos. Ambas sorpresas fueron el resultado de una alianza informal entre activistas de izquierda y titanes empresariales».
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