
“One-Eyes Jacks” (1961), el único filme dirigido por Marlon Brando a lo largo y ancho de su ilustre carrera, surgió de una fallida adaptación de la novela de Charles Neider “The Authentic Death of Hendry Jones” por parte de Rod Sterling, que luego sería mejorada por el entonces desconocido Sam Peckinpah, que venía a su vez de escribir y dirigir capítulos para series vaqueras de televisión. Stanley Kubrick, hacedor de películas iniciales menores como “Fear and Desire” y “Killer Kids”, pero que ya había legado tres piezas imprescindibles de la época (hablamos de muy inicios de la década de los sesenta) como “The Killing”, “Pathway of Glory” y “Spartacus”, fue tenido en cuenta para dirigir la pieza, pero sus compromisos con James B Harris para rodar “Lolita”, la adaptación del propio Nabokov sobre su aclamada novela, me imagino que terminaron por sacarlo del proyecto.
Fue entonces que el “novato” Brandon se hizo cargo. El filme, quizás de más está decirlo, es una rara simbiosis entre la estética del cine del oeste cincuentero y el género outsider de jóvenes rebeldes y furiosos. Porque en definitivas… ¿qué cosa es el personaje de Rio sino otro inadaptado vagabundo salido de las narraciones fantasmales de Kazan? “One-Eyes Jacks” es, ciertamente, una de las últimas piezas de la etapa de oro del cine western norteamericano, luego relegado de su grandeza por el spaghetti de Leone y compañía. Brando y el excelente Karl Malden, acá uno de los villanos más formidables de los que pueda tenerse memoria alguna, conforman un dueto histriónico de armas tomar. Y es que el resultado general final no es malo, pues a lo obsoleto del tratamiento del drama se sobreponen el manejo de los tiempos y los excelentes diálogos; al regateo circunstancial del talento de Brandon, la voluptuosidad de colores y decorados; a la parquedad de la Jurado, la pasión de la Pina Pellicer…
Publicado por