Fuera de las complicaciones respiratorias usuales causadas por cualquier virus en pacientes de riesgo, la singularidad clínica del Covid que ha causado un terror exacerbado (apuntalado por la media y los profesionales cobardes) ha sido esa respuesta inmunológica soberbia que termina estableciendo un fallo multi orgánico casi siempre en pacientes jóvenes y sanos.
Si fuéramos a precisar un porcentaje específico de estos casos en el universo general de pacientes positivos, las cifras serían prácticamente insignificantes. La propia etiología apunta más a una condición genética previa que a la propia virulencia del Covid-19.
Ah, pero ese discurso no le cuadra a los propagadores del terror, por supuesto! En las teorías apologéticas del apocalipsis, la satanización del virus es fundamental para tupir a neófitos e incautos.
Por cierto, ese minúsculo porcentaje de tormentas citoquínicas, tan bien promocionado por los ejecutores del futuro luminoso, parece tener solución con el desarrollo de inhibidores de la Topoisomerasa 1, que ya investigan numerosos centros norteamericanos como el Icahn School of Medicine at Mount Sinai en New York y el College of Medicine de la Universidad de Cincinnati.
No sé si a tan relevante descubrimiento se le permitirá arribar a buen puerto. La lucha por el “bien común” es implacable y no admite “inconsistencias”…
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