Después de dar mi opinión (atravesada pero honesta) sobre el tema de Cuba, vuelvo a mis preocupaciones esenciales. No, quienes creen en San Isidro no son mis enemigos. No, la tiranía no es honesta. No, no pienso que este tipo de oposición me represente, de ahí mi anémico entusiasmo (la histeria colectiva jamás me ha seducido, lo siento mucho). Y no, quienes se desmarcan del discurso de moda no pertenecen al G2.
Ahora, sigo en lo mío…
Publicado por