
The Others (2001) es, probablemente, la mejor cinta de “horror” filmada en lo que va de siglo. Superarla a estas alturas ya es difícil, a la luz de los hechos. Y entrecomillo Horror, porque en realidad la obra de Amenábar trasciende el género; es una especie de tratado existencialista sobre la vida y la muerte, sobre las consecuencias y los actos que modelan el decursar de todo. Además, la actuación de Nicole Kidman es soberbia, sobrecogedora, intensa; se adueña de toda la pieza y la zarandea de un lado a otro con nosotros dentro. Es una especie, en ese sentido, de roller coaster conceptual, estético, fisiológico…
A la eficacia narrativa de Amenábar, a la brillantez de algunos parlamentos, a la pulcritud y finura con que se maneja el horror, hay que añadir, sobre todo, ese tramo final absolutamente icónico y brillante que le otorga a la obra un nivel superior, un excepcionalismo real y perdurable. El chileno, más allá de cualquier otra consideración, la botó por el center field con las almohadillas llenas, en la cuenta de dos strikes sin bolas.
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