Los comunitarismos son letales porque son absolutistas. Desde la represión del fantochismo tropical castrista hasta la rígida y cuasi perfecta tiranía norcoreana, la violencia (implícita o no) es su modus operandis vital, imprescindible, esencial. A los animales de esta especie no se les puede acariciar el lomo espeluznante con ternura. La sangre sobre el pavimento será siempre la respuesta (justificada a la usanza de los cerdos de Orwell) ante cualquier disidencia real. A menos que… se pacte su sobrevivencia…
La transición hacia un estado de neo o post castrismo, basado en las “sabias consideraciones” de quienes cargan sobre sus espaldas la inmensa responsabilidad de llevarnos hacia el “perfecto” mundo futuro imaginado, es el escenario ideal para quienes cortan el guaniquiqui impunemente desde marzo del 2020. Y que no se me malentienda demasiado: el actual castrismo también calza casi redondamente en el esquema de los planes del foro de Davos y de los burócratas de la ONU, pero siempre es más fácil avanzar hacia adelante sin la sombra de la crítica molesta.
Por eso si mañana son testigos de un recrudecimiento en el discurso de la administración Biden hacia la tiranía cubiche, no se me asombren. Es casi lo que toca. (Lástima que la ilusión de la verdadera libertad sería oficialmente, entonces, una sombra perpetua…)
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