
Giú la Testa (1971) es la menos conocida de las cintas western de Sergio Leone, fundamentalmente por tres razones: vino después de su obra maestra The Bad, The God and the Ugly y de la muy notable Once Upon a Time in the West; el personaje sin nombre de Clint Easwood no forma parte del roster y la acción no está localizada en el salvaje Oeste norteamericano; y la más importante de todas, la pieza no está a la altura de sus predecesoras.
El filme comienza con una cita de Mao Tse Tung y una de las meadas más realistas del cine, anunciando el hecho indefectible de que Giú la Testa es la más política de las cintas del realizador italiano. La glorificación de la revolución, desde una perspectiva izquierdista (la que ha predominado después de las pescaderas de París, de Robespierre y Marat) es aquí un hecho. Pero Leone, de cierta manera un entusiasta descreído, nos embaraja el mensaje con ironía y sarcasmo.
Por otro lado, el personaje de Rod Steiger es una imitación del feo de Wallach, lo cual es absolutamente comprensible si entendemos que el papel escrito por Leone estaba específicamente destinado para el gran Eli. Cualquier cosa posterior al Tuco, estemos claros, no es más que un burdo calco aunque este venga de la mano de Steiger. Y es que Giú la Testa es una pieza construida sobre despojos: un Leone que no quería dirigir, un Eastwood que rechazó el papel de terrorista irlandés (luego retomado por Coburn), un Wallach que abandonó la barca…
No se me malentienda: la cinta es ambiciosa, y nunca fue esbozada como una obra menor, aunque Leone no tuviera planes de dirigirla en primera instancia. Pero el resultado es fallido. Nos trae el déjà vu terrible y majestuoso de otros tiempos mejores, cuando el genio del vástago de Roma aún sobresalía superlativamente. Y es que después de la trilogía (¿o quizás cuatrilogía?), amigos míos, Leone nunca más volvería a ser el mismo, a pesar de las partituras avasalladoras de Morricone, a pesar de aquellos primeros planos, de su inocencia viril… Ni la belleza incomparable de la Connelly bañada por la nostalgia de Ennio es capaz de redimir su arte. Giú la Testa es el despido de Leone, por mucho que nos pese…
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