Ayer escuché una entrevista que le daba el tal Yunior Aguilera (no lo conocía en absoluto hasta que a la plebe cubiche se le ocurrió ensalzarlo como el nuevo mesías de la libertad criolla) a un youtuber nombrado Ian Padrón, hijo de Juan Formell (disculpen, de Juan Padrón) y el tipo dejaba una cosa muy en claro: se había cagado del miedo. Confesó no estar preparado para la presión a la que fue sometido, e incluso se derrumbó psicológicamente durante todo el tramo en que sobrevivió su “osadía “.
Ser cobarde es un “derecho del pueblo”, pero convocar a miles de personas ilusionadas con el sueño de la libertad, y luego abandonarlas a su destino, obligarlas a reposar en las fauces de la bestia, no es más que un tremendo acto de irresponsabilidad cívica, política y moral. El tal Yunior, aún celebrado por algunos, no es más que una basurilla tarambana e imprudente. Ojalá que lo bajen con presteza del panteón… aunque lo dudo.
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