Al fin el Journal of the American Medical Association publica un estudio donde corrobora con certeza que los números estadísticos “revelaron el desarrollo de miocarditis y pericarditis tras la vacunación con COVID-19 basada en el ARNm, que es mayor en los adolescentes varones y en los hombres jóvenes”.
(Los casos recurrentes de tromboembolismo son aún más numerosos, pero su estudio continúa siendo tabú)
Mientras tanto, en un hospital de Boston le negaron el transplante cardiaco (es decir, lo condenaron a muerte) a un hombre de 31 años que rehusó colocarse la vacuna. Tal y como les decía hace un tiempo, aquello de la obligatoriedad es sólo un término burocrático, pues en la práctica quien no termine cediendo se convertirá (ya lo es!) en un paria.
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