
Los campos verdes y dorados de Greenville, con sus polvorientos caminos de cieno y piedra, ay, tan parecidos a los de Colón, y su gente áspera y salvaje, son los constituyentes esenciales de esta pieza sensible, sobria y emotiva de Matthew Gordon. Hay algo acá quizás de aquel Francis Ford Coppola de inicios de la década de los ochenta, o del Gus Van Sant de dos lustros después.
“The Dynamiter” (2011), con toda su carga de honestidad y simpleza, fue una cinta pequeña que alcanzo merecido reconocimiento y que cosechó justísimas alabanzas en numerosos festivales cinematográficos durante el año 2012.
Es, en cierta medida, un regreso a la América profunda, poco glamorosa, recia, que sobrevive en la invisibilidad de lo cotidiano y de lo insulso, y que quizás ha alcanzado una cierta relevancia por los acontecimientos políticos de las últimas semanas. Vale la pena, les recomiendo, disfrutar de una pieza que no parece atesorar deudas de gratitud con nada ni con nadie y que evidentemente nace del espíritu libre de la creación. La pueden encontrar en Amazon Prime.
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