A partir de unos apuntes sobre el tema que tomé hace ya unos años:
Putin es más Nicolás Primero que Pedro el Grande. Si Yeltsin se acercó a Europa, Putin la rehúye… y probablemente con razón. El líder ruso es un nacionalista autoritario que como todos aquellos que han regido a la Rusia gigante, posee ansias imperiales. Por ello es un nostálgico de la URSS, lo que la gente no comprende es que la raíz de su ambición es territorial, geopolítica y no propiamente ideológica. Su ilusión quizás nunca fue regir, pero sí ser contraparte de Estados Unidos, un imperio que se desmorona y que muy pronto podría ser retado sin demasiado aspaviento.
Putin es antiglobalista, conservador social de la vieja usanza (el comunismo ortodoxo también lo fue, como el castrismo, por ejemplo) y estatista, como cada zar anterior que ha regido a la Rusia. Sus alianzas están basadas en el antinorteamericanismo tradicional, por ello se opone a la OTAN y a la disolución del tratado de misiles, y por ello también justifica, por ejemplo, el despliegue de misiles de la URSS en la Cuba castrista.
El principal ideólogo del putinismo es Aleksander Dugin: teórico del Eurasismo y de la Cuarta Teoría Política. (cuarta vía). La raíz del eurasismo se afinca en el tradicionalismo, el antiliberalismo, antioccidentalismo y, también, en el rechazo a la URSS. Dugin postula que el liberalismo, vencedor del comunismo y del fascismo, se encuentra en una profunda crisis, porque ha sido corroído, corrompido por la vocación del ser humano al totalitarismo. Lo llama fase post moderna y nihilística del liberalismo.
La creencia de la cuarta vía propuesta por Dugin recae en el Dasein de Heiddeger, ese estado primario y natural de cosas sobre lo cual no se ha construido nada. Entiende que la oposición al liberalismo occidental en un posicionamiento inevitable, ya que es una forma perversa y decadente de civilización. Pero también se opone al comunismo, debido a su interés materialista y su doctrina ateísta.
Eso sí, un futuro regido por el putinismo o cualquier otro líder ruso sería el estatismo lo que predominaría. “El socialismo era un factor positivo, como lo era también la organización orgánica, natural, precomunista, de la Unión Soviética. Y esa organización y esos valores sociales debían ser salvados, siempre y cuando, como decía, elimináramos el dogma materialista, ateo y progresista de la ideología soviética”, dice Dugin.
Es decir, la Rusia antiglobalista es inevitablemente colectivista, una de esas paradojas a las que nos enfrentamos en esta nueva era donde las ideologías tradicionales, aunque ustedes no se enteren, se han largado por la cañería como agua. El conflicto con Ucrania es uno de esos hechos que modelarán el futuro.
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