Sueño a mi padre muerto. También lo soñé vivo y pleno hace tan sólo un par de meses; una única vez. No sé por qué. Ayer fue el aniversario de su muerte. De más está decir que fue una jornada triste, apuntalada quizás por la esperanza de que nos estuviera viendo a todos desde arriba, desde ese lugar maravilloso donde habita, si es que…
A las 9:10 PM de la noche, hora de su muerte, me senté solo en el cuarto donde ocurrió la partida, ahora oficina, buscando un aviso, un guiño cómplice, una señal que me devolviera la esperanza. No estoy seguro de que haya ocurrido. El estremecimiento usual de los recuerdos tristes, quizás no mucho más… ah, y el recuerdo, siempre el recuerdo.
Aún no he publicado los cuentos que escribió mi padre ni sus memorias. Tampoco mis reseñas de cine. La vida va pasando, rauda e irredimible, y apenas si nos damos cuenta. ¡Ya nos arrepentiremos alguna vez!
Hay un app en el teléfono donde podemos vernos cuandos seamos viejos. Y soy la viva imagen de mi padre. Una prolongación física de su presencia. Mientras yo viva mi viejo también lo hará. Es una certeza que me ha asaltado durantes los últimos días. Una certeza que persistirá hasta el fin de mis días.
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