La primera vez que recuerdo haber visto a William Hurt fue en Body Heat, en una época en que el cine noir me apasionaba. Luego Lawrence Kasdan y Kathleen Turner (o mejor dicho, desde ese mismo día), pasarían a engrosar mi lista de favoritos y a ser referentes modélicos (entre tantos otros) de mi formación personal y cinéfila. Hurt también, por supuesto. Yo era apenas un pre púber, pero la historia de esa Florida soñada y calurosa, de esa femme fatal que quería asesinar a su marido, y del abogado pueblerino dispuesto a arriesgarlo todo por amor (o por un buen palo) me parecía irresistible. Ver cine era escapar a otros mundos vedados por el recio dogmatismo castro-comunista y Body Heat, en ese sentido, era como una daga que aguijoneaba el grueso telón verdeolivo que intentaba mantenernos prisioneros en cuerpo, y sobre todo en alma.
Con el paso del tiempo otros filmes de Hurt, un actor sólido y preciso, pasaron a formar parte de mi “hemeroteca visual personal”. “Altered States”, aquel ejercicio psicótico de Ken Russell; “The Big Chill”,; la prohibida en Cuba “Gorky Park” que vi durante mi exilio en Chile; “Broadcast News”, al lado de la entonces imparable Holly Hunter; “The Accidental Tourist”; la malograda “The Village” de Shyamalan; “A History of Violence” y tantas otras antes de caer en el inevitable simplismo y mediocridad de Marvel, son piezas que a partir de hoy morirán también un poco tras la partida del maestro. La vida se nutre de interminables ausencias que, paso a paso, van conformando la memoria de los hombres. Hurt aportó su granito de arena. Guardemos un silencio respetuoso.
Publicado por