“Presidente Biden, usted es el líder de su nación. De una gran nación. Pero yo quisiera que fuera el líder del mundo, porque ser el líder del mundo significa ser el líder de la paz”.
Pobre Ucrania! Abandonada a su suerte por aquellos que la exprimieron, la embaucaron y la usaron, ahora clama por una solidaridad (a través de su irresponsable presidente) que sólo causa nauseas entre los burguesillos de salón del Occidente.
Pero Zelenski, en su desesperación, repite los mismos argumentos falaces que han colocado al mundo al borde de una distopia. Ni Biden, ese anciano senil, es un líder legítimo y probo, ni existe un mundo libre ni la paz es inherente a la naturaleza humana.
La hipocresía del buenismo, por cierto, escaso favor hace a las causas justas. Aquellos que dicen abogar por la bondad, en realidad poco difieren de sus verdugos. Los vemos a diario en estos lares.
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