He visto esta noche “Cold in July” (2014), una pequeña pieza negra premiada en numerosos festivales independientes, dirigida por el prometedor Jim Mickle. Amén de algunas concesiones en post de una buena venta, la cinta de Mickle puede catalogarse de decente, a la par de muchas de su estilo que fueron rodadas en la prolífica década de los ochenta, de las cuales esta parece ser una especie de homemade. Manejada desde la perspectiva del hombre común enfrentado a retos extraordinarios, el metraje se disfruta, a pesar de cierta disonancia en la estructuración de los personajes y el acontecer de la historia.
Lo mejor reside, sin duda alguna, en el pulseo (a veces algo soso debido a las limitaciones del guión) entre los veteranos Sam Shepard y Don Johnson, dos tipos que todavía son capaces de hacer palidecer a Jason Statham y toda esa caterva de actorcillos que presumen de tipos duros.
Si no tienen mucho que hacer y quieren entretenerse un rato, no desaprovechen la oportunidad de paladear esta pequeña muestra de cine B que, aunque a veces nos parezca increíble, sigue existiendo en los contornos de la modernidad en que habitamos. Después quizás se animen a repasar trabajos memorables como The Hot Spot o la soberbia Blue Velvet, que tanto hicieron por el subgénero en aquellos años donde la guerra fría seguía haciendo de las suyas.
(Escrito en Junio del 2016)