Eran cerca de las seis de la mañana y dormía, como siempre, en el butacón del cuarto debido a los avatares de mi espalda, cuando sentí el retorcijón del cuello. Soñaba en ese mismo instante con mi padre; era un sueño inusualmente dulce. Él rememoraba alguna historia con esa dulzura perenne y nosotros (yo y alguien más, probablemente Ani) lo escuchábamos en torno a una mesa. El despertar fue amargo y dulce al mismo tiempo.
Nicole sigue recuperándose de su pequeñísima fractura y Rafe continúa siempre en su cuarto, jugando y viendo videos en youtube. Yo tuve una jornada simple en la oficina de Kendall donde lo más memorable fue darle la noticia a una paciente de 47 años, hermosa y triste, de que era portadora de Sífilis y que había que tratarla. Por lo demás, el mundo sigue…
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