A Tim Allen le robaron su personaje de Buzz Lightyear por su condición de conservador. Disney ya no tiene la paciencia ni la prudencia de lidiar con quienes no comulgan con su cruzada “progre”. Por eso terminaron contratando, para ponerle voz al personaje de marras, a Chris Evans, uno de los tantos miembros de la cofradía azul, un tipo dispuesto a ofender a sus potenciales clientes con todo el descaro que proporciona la impunidad de representar a una especie de nuevo moralismo que ya lo desborda todo.
Lo curioso es que la gente sigue jamándose el millo de la prevalencia de las leyes del mercado, donde lo que da dinero es lo que cuenta. Que inmensa candidez! A Disney, y sucedáneos, no les importa perder millones y millones con tal de llevar hacia adelante su sacro proceso de evangelización. Que todo sea en aras de un nuevo mundo y de una nueva historia!
Mientras, un mal real como el síndrome del espectro autista avanza sin cortapisas y nadie siquiera lo menciona. Millones y millones de personas afectadas por un padecimiento extraño del cual sigue sin saberse alguna cosa, gente que en su inmensa mayoría no procreará ni formará familias, se ahogan y sofocan entre la incertidumbre de la dejadez y la inconsecuencia de aquellos a quienes no les importan. Lo más jodido de todo? Que nada, absolutamente nada es casual.
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