“The Mist” (2007) es una cinta prescindible en la obra de Frank Darabont, por supuesto. Excesivamente amarga, poco creíble, “paquetera”, se regodea en una de las peores noveletas salidas del ingenio de Stephen King y procrea, como resultado, una peliculilla menor. Sus méritos no son artísticos, sino especulativos.
El morbo yace en reconocer a esta “The Mist” como la predecesora visual, y sobre todo conceptual, de esa obra maestra que le sucedería en forma de episodios en la cadena AMC, “The Walking Dead”, cumbre del escepticismo existencialista; aspecto no trivial si tenemos en cuenta que el mismo carácter eidético anima al espíritu del filme.
Darabont experimenta con el concepto de la libertad sitiada, pero en vez de zombies en las sombras, criaturas fantásticas en la niebla. Y aprovecha el espacio cercado para echar a pelear a los hombres entre sí (el verdadero peligro proviene de nuestros semejantes y su naturaleza gregaria y animal) y para liberar los demonios de los fanatismos y las masas acarreadas como ganado inútil.
En ese sentido el personaje interpretado por la muy talentosa Marcia Gay Harden es remembranza de aquella madre de Carrie que, enarbolando la biblia con ceño fruncido y dedo acusador, empujaba hacia el límite los horrores y afianzaba el predominio del apocalipsis en la tierra.
A veces haber filmado “The Shawshank Redemption” puede constituirse en una pesada carga, incluso para un creador de la talla de Frank Darabont. La exigencia exagerada hacia “The Mist”, que en teoría siempre debió haber sido percibido como un proyecto menor, así lo corrobora.
(Escrito en 2016)
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