«El grupo de Puebla, heredero ideológico del foro de Sao Paulo, contra el Foro de Davos». Ese es el verdadero debate de estos tiempos. Una contienda que retoma vuelo tras el triunfo de Lula, un extremista ideológico de la vieja guardia. Esta discusión, de más está decirlo, es entre postulados de izquierda que, de una forma u otra, comulgan con aquello de la nueva justicia social. La batalla será ganada por el foro económico mundial, por supuesto. De hecho, ya está ganando.
Y aunque esta especie de nueva ideología global (en realidad es un conjunto de fundamentos que le adeudan al marxismo, pero NO son marxismo) maneja el concepto de un colectivismo tecnológico y corporativista que, con la complacencia de muchos, intenta regir en el futuro, no es ni siquiera el sueño pajístico de Marx y sucedáneos. Podemos decir con algo de justicia que el futuro colectivismo social habrá emanado más del capitalismo democrático occidental que de los manuales de filosofía comunista.
Hace unos meses un famoso comentarista político decía lo que para mí es una verdad del tamaño de un templo: la mayor amenaza para los Estados Unidos no es el comunismo sino el globalismo. Creo que la «muerte» de las ideologías será un hecho a mediano plazo (ya es, de hecho, una realidad en ciernes). Pero será una muerte con un ganador inobjetable. La sociedad entera, de hecho, se ha preparado para ello. Los últimos 32 meses son el vívido ejemplo de que con determinación y guaniquiqui, se acarrea al ganado con facilidad extrema.
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