Trump podrá ser un bocazas irremediable, pero en algo le asiste toda la razón del mundo: las elecciones del 2020 fueron robadas. Todas las normas matemáticas y estadísticas saltaron por los aires, con la anuencia y el beneplácito de tirios y troyanos. Gracias a ellos, es ya carne este nuevo mundo en que vivimos, claro está. Las reglas de juego han cambiado y las ideologías tradicionales no atesoran peso alguno en el debate “político” actual. El futuro, cuasi milimétricamente planificado, no es otra cosa que el presente.
Sigan, sigan creyendo que el chicharrón es carne…