
Ani fabricó estos snowmen para regalarlos a las profesoras de Rafe. Una maravilla!
Ani fabricó estos snowmen para regalarlos a las profesoras de Rafe. Una maravilla!
Anoche soñé que mis padres regresaban desde Cuba. Papi no había muerto la vez pasada. De alguna forma había sobrevivido para volver a agonizar una vez más entre nosotros, a la usanza de un Cristo redentor. Mi padre estaba en la cama camera del cuarto que daba al patio cementado de la vieja casa de la calle Agramonte, acostado y confuso, como si no pudiera estar alerta, como si no pudiera despertar. No era en realidad Miami, sino la Cuba de mi niñez o de mi adolescencia. Me preguntaba, en el sueño, qué dirían aquellos que con anterioridad examinaron y dieron por muerto a mi querido padre al volverlo a ver llegar, fenecido, al sitio de su destino final.
Yo estaba apurado pues tenía que regresar al hospital a tiempo para recibir mis clases. Tanía una bicicleta nueva e impecable que alguien me había regalado o comprado y un reluciente candado para asegurarla. Pero iba atrasado. Oscurecía y tenía que abandonar la casa de la calle Agramonte. Ani, que era mi madre (o mi madre, que era Ani) se disponía a alcanzarme un pozuelo con la cena, pero le dije que comería en el hospital, que todos lo hacían allí. Algún seminario comenzaba a las 8 de la noche y ya eran las 8:30… ¡como siempre en mis más angustiosas pesadillas, el tiempo se agotaba y yo sin poder avanzar!
Antes de ayer mi viejo cumplió años. Hoy es el día de los padres. Es una coincidencia datística que se repite, por supuesto, cada año, y que se me legó también a mí en torno al día de acción de gracias. Ayer Nicole, que ha mejorado mucho de su pierna y no siente dolor, me dijo en la cocina que en la noche del 17 para el 18 había soñado con “Abuelo Papi” y que éste le contaba alguna historia mientras la acompañaba, sentado en la cama. ¿Y si el viejo vino a conversar en la noche de su cumpleaños con su nieta? ¿Y si acaso fue capaz de traspasar las barreras de esa dimensión inexpugnable a la que creo que muchos nos largamos cuando finalizamos nuestra vida terrenal? No pude ni siquiera evitar el llanto, la tristeza y la esperanza. El abrazo de Nicole, mi hermosísima princesa de 14 años, alivió mis pesares. La fragilidad del tiempo nos vuelve vulnerables y tontos en algún momento. Me repito a mí mismo que nunca volverá a suceder, y es muy probable.
Eran cerca de las seis de la mañana y dormía, como siempre, en el butacón del cuarto debido a los avatares de mi espalda, cuando sentí el retorcijón del cuello. Soñaba en ese mismo instante con mi padre; era un sueño inusualmente dulce. Él rememoraba alguna historia con esa dulzura perenne y nosotros (yo y alguien más, probablemente Ani) lo escuchábamos en torno a una mesa. El despertar fue amargo y dulce al mismo tiempo.
Nicole sigue recuperándose de su pequeñísima fractura y Rafe continúa siempre en su cuarto, jugando y viendo videos en youtube. Yo tuve una jornada simple en la oficina de Kendall donde lo más memorable fue darle la noticia a una paciente de 47 años, hermosa y triste, de que era portadora de Sífilis y que había que tratarla. Por lo demás, el mundo sigue…
Ayer sábado Nicole se fisuró el hueso navicular del pie derecho. Estaba en clases de taekwondo cuando pateó la rodilla de un muchacho rival. Había regresado a las prácticas de competición y combates luego de una larguísima pausa. Ani la llevó a Urgencias donde le pusieron una bota y le ordenaron medicamentos. Se siente bien.
Ani y yo salimos hoy al cine a ver «Top Gun: Maverick», de la cual hablaré más adelante en la sección de cine. Antes almorzamos en Bocas, un restaurant cercano a la sala de teatro donde cocinan muy bien. Me comí uno de los mejores arroces fritos que recuerdo. Ayer, mietras Nicole estaba en urgencias, me encontré con Angel Velazquez de Callejas y con la presentadora de Tv Martí Karen Caballero para ajustar algunos temas de la próxima Convención de la Cubanidad que Angel, con tanta buena vibra, siempre trata de sacar adelante.